LA MECEDORA 2
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Y Sara se
durmió en su mecedora y soñó en … en nada.
En ¿nada?.
Sí soñó. Soñó que estaba en su mecedora,
pero no se mecía, quería, pero estaba quieta, fija.
Y Sara vio mecedoras pequeñas, mecedoritas
que avanzaban hacia ella.
Y Sara tuvo miedo, pánico de ellas.
¿Por qué?.
No lo sabía, pero tenía miedo, pavor a
ellas, a las mecedoritas.
Quería levantarse y echar a correr, pero no
podía, estaba como pegada a la mecedora y las mecedoritas … ¡estaban llegando a
ella!.
¡No!, quiso gritar Sara, mas la voz no le
salía.
¡Ho no, ya están aquí!, pensó Sara.
El sudor le caía por las sienes, lo notaba
frío y húmedo.
Ya están aquí y suben por mis piernas
¡noooo!, gritaba sin gritar Sara y ellas, las mecedoritas, subieron todas
encima de ella, por ella, pero se acomodaron encima de la mecedora, de su
respaldo, de los reposabrazos, de todos los sitios, por todos los lugares por
donde podía caber algo, allí había ahora una mecedorita y la mecedora con un
gran suspiro ¡comenzó a mecerse!.
Se mecía suave y rítmicamente y las
mecedoritas al poco se durmieron y Sara pudo levantarse y … ¡despertó de su
sueño!.
¡Oh!, exclamó, ¡vaya sueño!.
Y se levantó
de la mecedora y se marchó sin mirar atrás, dejando a la mecedora sola, que no
cesaba de mecerse suave y rítmicamente.
FIN
Que encantadora novelica! la primera y la segunda parte de esta fantástica novelica bien podría estar en un libro de texto de una selecta escuela para niños. Me ha gustado mucho esta segunda parte de esta dulce historia de una niña llamada Sara!!
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