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Incondicional

INCONDICIONAL







Siempre había  dicho que yo era el máximo seguidor total de Jesús de Nazaret.
   Lo sabía todo acerca de él. Todos los libros que había en mi casa ( miles ), todos los de la biblioteca de mi pueblo, todo lo que encontraba en internet ( que era mucho ), todo lo había leído.
   Todas las películas en la cual aparecía él, yo las veía.
   Tenía las paredes de mi casa llena de posters de él, camisetas con su rostro tenía cientos.
   Yo tenía barba y pelo largo, igual que él, a veces iba con una túnica blanca, igual que él.
   Yo era el más, e máximo incondicional de Jesús de Nazaret.
   Pero he aquí ( yo no sé si fue un sueño o un viaje en el tiempo o qué ) que tuve la oportunidad de estar, las últimas horas de su vida ¡ al lado de él ¡, de mi ídolo, de mi Dios.
   Alguien ( repito que no sé cómo fue posible ) me dijo que sabía de mí, de mi entusiasmo y dedicación a él, de mi deseo de verle, de mi incondicionalidad a él y que si yo quería podría estar a su lado en las últimas horas de su vida y ni que decir que por supuesto que acepté.
  ¡ Qué ilusión ¡, mi sueño se iba a hacer realidad.
   Y así fue, pero no como yo esperaba, aparecí de pronto en el cuerpo de Dimas, uno de los ladrones que fue crucificado al lado de Jesús. Mi sorpresa fue mayúscula, en un principio no sabía dónde me encontraba, hasta que me di cuenta de la situación. Allí estaba mi ídolo, Jesús de Nazaret, en la cruz, ensangrentado, fustigado y padeciendo el insufrible martirio de la cruz y a mí ….
¡ me iban a crucificar a su lado ¡.
  ¡ No ¡, grité y él me miró y … ¡ sonrió ¡. Estaba literalmente reventado físicamente y …. ¡ me reconoció ¡, ¡ sabía que era yo ¡, pero … ¿ cómo ?, ¿ cómo era posible ?.
   Mi máximo deseo, mi anhelo, mi pasión, mi vida era él, Jesús de Nazaret, pero no quería morir a su lado, no quería sufrir el dolor insoportable de la cruz.
   Estaban crucificando a Rimas, el otro ladrón que chillaba descontrolado y yo …. Estaba absorto en esa escena del pasado, estaba en ese momento del pretérito.
   Pude haber estado a su lado, pude morir con él a su lado ¡ qué gran y grato honor ¡, pero no pude, cuando me agarraron los romanos para crucificarme, lloré, chillé y supliqué volver, regresar a mi tiempo, a mi casa y así fue, regresé, aparecí en mi cama y … ¡ lloré ¡,  lloré larga y amargamente por no haber sido feliz a su lado, por no haber muerto feliz a su lado.
   Ahora me doy cuenta de que tuve una oportunidad única, pero en mi tiempo, en mi ahora, quiero redimir mi cobardía, haciéndolo feliz todo lo que puedo, siendo una persona abnegada a los demás.     
   Quizás  fue una prueba para que me dedique a los demás.
   Antes sí, leía, veía, absorbía todo acerca de él, pero en el fondo no era un buen seguidor de él, era un incondicional de su figura, de la figura que habían creado de él, pero ahora soy un incondicional, no de su figura, sino de él, de su mensaje, de su enseñanza, de su esencia.
   Sé que no tuve huevos de morir con él pero … ¿ qué habrías hecho tú ?, amigo lector, ¿ habrías tenido agallas de morir, de sufrir el tormento de la cruz sin prepararte mentalmente, sin tener tiempo de asimilar la repentina situación en la cual aparecí, en el cuerpo de un ladrón a punto de ser crucificado ?.
   Sé que él estaba a mi lado, pero no pude asimilar la situación y repito ¿ crees que tú habrías sido capaz de morir crucificado a su lado ?, ¿ habrías padecido con él, junto a él esa muerte ?.
   Seguramente dirías que sí, pero te lo aseguro, si te vieras de golpe, de pronto en ese momento histórico, de dolor, de sangre, de gritos de horror y agonía, junto a él ¡ sí, incluso me miró y sonrió ¡, sabiendo  de antemano que tiraría la toalla, que somos débiles y tenemos miedo al dolor, a la humillación, a la muerte, si te vieras allí, estoy seguro de que no lo soportarías y si pudieras, harías lo mismo que yo, tirar la toalla, abandonar el inmenso honor que habría sido el morir crucificado a su lado.
   Ahora sí soy un incondicional de él, no de la figura, no del hombre de carne y hueso, sino de su espíritu, un espíritu de amor incondicional.

                                                   FIN

                                              LLAMAX




    

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